miércoles, 5 de diciembre de 2012

Una reflexión sobre la música

Hoy al volver a mi casa me encontré con que mi abuelo estaba de visita. Lo supe de inmediato cuando, al entrar, oí el sonido del piano Clavinova siendo ejecutado como no suele ocurrir en esta casa. Mi abuelo es médico de profesión y músico de alma, y debo decir que él ha tenido una enorme influencia en mi vida, ya que con él la música siempre ha estado en mi vida (en especial lo que es música docta).

Tuvimos una muy grata conversación, en la que aparecieron reflexiones que les quiero compartir. Él estaba tocando un tango-canción que mi bisabuelo compuso a mi bisabuela cuando eran jóvenes. Al acabar le pregunté -ante una inquietud que tuve un tiempo atrás- cuáles eran las generalidades que permitían decir que un tango es tango. Él me dijo que la música tiene algo muy complejo, que uno intenta designar en un lenguaje que logre captar la generalidad pero que se pierde la especificidad. Podemos decir lo que es el tango, pero eso no nos permite decir por qué una canción si lo es y la otra no teniendo muchas cosas en común, o que ambas lo sean, teniendo muchas diferencias entre ellas. Lo que si podemos decir es que en la música hay una experiencia, y que tiene efectos muy significativos en las personas. Cumple un rol emocional y comunicacional, a la vez que atraviesa en gran medida la personalidad de las personas.

La verdad, la música a muchos se nos presenta como lo más natural de la vida, cuando, si la desglosamos, se hace algo bastante complejo. Pensar que una vibración en el aire impacta nuestro tímpano, lo que afecta el nervio auditivo, que llega al cerebro y luego -de alguna forma- es interpretado en la corteza como una nota "La"... Creo que es mucho. Ni pensar qué ocurre al escuchar una sinfonía completa.
A nivel cerebral he visto estudios que muestran cómo en un niño que toca un instrumento con dedicación logra un desarrollo de la corteza mucho mayor que el promedio (mayor profundidad en los pliegues del cerebro, lo que es de cierta manera, tener un cerebro más grande).

Sin duda, la música tiene efectos importantes en las personas. Un conjunto de notas, distribuidas de cierta forma, pueden gatillar en las personas distintas emociones y pensamientos, más aún si estas notas conforman una melodía que esté ligada a algún momento específico de la historia de cada persona. Muchas veces nos sentimos relajados, y esto se sabe muy bien. Tanto que se ha hecho uso de música en situaciones como el ir al dentista o al médico, cosa que el paciente esté más cómodo y relajado.
Otras emociones son las que se activan en la misma persona del músico. La dinámica que uno imprime en su ejecución es lo que hace que cada vez que uno toca sea algo nuevo y único, distinto de cualquier otra persona o incluso de la misma persona en dos tiempos distintos. Recuerdo cómo fue mi propia evolución en cuanto a los instrumentos que tocaba, y cuánto tiempo tuvo que pasar para encontrar el indicado, que de verdad hiciera contacto conmigo y permitiera expresarme.

En algunas personas, la necesidad por sentir música se torna en una dependencia. Me contaba mi abuelo sobre un viaje a Europa que hizo años atrás, en que a las pocas semanas estaba que se iba; algo lo tenía impaciente, hasta que en parís, un grupo de músicos en la calle le hizo despertar. Alguien le dijo que tuvo algún tipo de síndrome de abstinencia musical. Me hizo sentido cuando me contó esto porque alguna vez me pasó que, estando más de 10 días sin música, no podía parar de traer canciones a mi mente o tener ideas musicales. Era algo sin control.

Hoy, he re-pensado la importancia de la música. Así como diría Nietzsche: "La vida sin música no tendría sentido". No se puede pensar en ella como algo accesorio, un gustillo, o como algo que está de fondo a la vida. Está en todo. Cada momento tiene su sonido. Es así como ponemos una canción para determinadas situaciones, porque en ellas encontramos algo que las "hace sonar cómo...". Por eso hacemos música romántica, por eso hacemos música de fiesta, por eso hacemos música para cada contexto, y únicamente para esos contextos.
A veces, la música puede ser un verdadero acompañante. Puede convertirse en algo que llene tu tiempo y tus actividades.

Podría seguir hablando sin parar sobre esto, así como podría haber seguido hablando con mi abuelo mucho más tiempo. Ya iré a verlo y conversaré más con él. Por ahora, les dejo esta reflexión. Espero muchos puedan sentir lo que les digo sobre la música de la misma forma que yo.

Hasta pronto.

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